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Zamora se saborea en París

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zamora-saboreaDos emprendedores, hijos de emigrantes, uno de ellos originario de Granja de Moreruela, abren una tienda en la capital parisina para degustar embutido, queso y vino zamorano

En pleno centro de París, en uno de los barrios más dinámicos de la capital parisina, los productos zamoranos hacen marca España y, de paso, cautivan los paladares siempre refinados de los franceses. Embutidos, vinos y conservas de Toro, quesos de Coreses y pimientos de Zamora se muestran y se degustan en una pequeña boutique del barrio de Batignolles, junto a otras “delicatessen” llegadas desde todas las regiones de España. El local, pintado en rojo y amarillo, para no dejar lugar a dudas, se promociona con un nombre igual de hispánico: “El Ibérico” (“Libéric” en francés).

La tienda, que se inauguró el pasado mes de mayo, nace de la iniciativa de dos españoles, hijos de emigrantes: el ejecutivo Jean Michel Provencio, de origen madrileño, y del zamorano, natural de Granja de Moreruela, Pascual Fernández. “Una tienda delicatessen era un concepto que no existía en Francia”, comentan los dos emprendedores para explicar su decisión de montar un negocio cuando la crisis comienza a atravesar los Pirineos. El espíritu emprendedor de ambos coincidió con la pasión culinaria de los franceses por el embutido español; la ascendencia zamorana de Pascual Fernández, hizo el resto.

Así fue como se abrió en una pequeña tienda de Batignolles, el barrio de los burgueses bohemios, de los cafés y los mercados callejeros, una ventana por la que se coló el jamón, el lomo, el chorizo y el salchichón de Embutidos Ballesteros; el vino de Estancia Piedra; el queso Pago Los Vivales, de Baltasar Moralejo; conservas Anda o los pimientos ligeramente picantes de Villaralbo Y aunque el jamón ibérico es el producto estrella entre los clientes franceses, (el 80% de los que acuden a la tienda son de nacionalidad gala), el sabor de Zamora también se cotiza. “Les encanta el lomo”, asegura Pascual Fernández. Y la tortilla de patata y la paella, todo acompañado de buen vino, que se muestra en las estanterías del local para que cada cual elija la denominación de origen que prefiera. En ese amplio escaparate, hasta el momento, solo destaca un vino de la Denominación de Origen de Toro, Estancia Piedra, honor que dentro de unos meses compartirá con otro caldo de la tierra: el de Ramón Ramos. Por supuesto, Pascual Fernández destaca que la comida es “cien por cien casera”, elaborada por un cocinero valenciano.

Pero Libéric no es solo una tienda en la que se venden una alta gama de productos españoles de gran calidad. La idea de Jean Michel Provencio era convertir la boutique en un lugar de encuentro, en un espacio para comer y beber entre amigos. Y el objetivo se ha logrado: alrededor de una mesa, los clientes degustan las exquisiteces que llegan desde España mientras entablan conversaciones sobre cualquier asunto de actualidad, leen la prensa española y francesa o cofraternizan durante las retransmisiones de los partidos de la Liga de fútbol española.

Acabado el “banquete”, espera una taza de café que los clientes pueden servirse ellos mismos mientras los más pequeños se “pelean” por elegir entre la variedad de sabores de otro producto muy español: el chupa chups, el caramelo con palo que comenzó a fabricarse en Asturias a finales de los años 50 y que, a pesar de los vaivenes económicos, continúa en manos españolas.

La Fiesta tampoco podía faltar en un local típicamente español. Por eso, una vez al mes, Libéric celebra una fiesta-degustación en la que no falta el cante flamenco de la mano del extremeño Santiago Sanz, voz y guitarra, y sus compañeros Julio y Willy. Y cuando se apagan las luces, Libéric permanece como un pedazo de España y de Zamora en pleno centro parisino. Fuente


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